Esta celebración proviene de los Celtas quienes se guiaban por los ciclos de la naturaleza, esta festividad marcaba el final de las cosechas y la entrada del año nuevo, para ellos solo había dos épocas en el año, la de luz y la de oscuridad, con esta celebración se despedían de la luz solar y daban la bienvenida al tiempo de oscuridad.
Celebraban por tres noches y en la tercera creían que existía un vacío entre el ciclo de luz y el de oscuridad, se abría una especie de portal que facilitaba la comunicación con el mundo de los espíritus.
Se preparaba comida y bebida en abundancia, a través de estos banquetes se honraba a quienes habían partido dejando un lugar vacío en la mesa como una muestra de respeto y para que supieran que seguían siendo recordados.
En esas festividades también podían consultar con un medium, que al habitar entre ambos mundos era el encargado de traducir los mensajes de los muertos, en ésta última noche realizaban grandes hogueras para guiar a los espíritus de vuelta a su hogar.
En la actualidad podemos conectarnos espiritualmente con estos días de celebración de muertos para recordar a nuestros ancestros, encendiendo una vela en su memoria, dirigiendo pensamientos de amor y así conmemorar su paso por la vida.